NOTA DE LOS EDITORES: por una cuestión de buen gusto y en defensa de los derechos de los animales, este blog no mostrará imágenes del partido entre el Club Atlético Galleres y el flamante ascendido a Primera División, Atlético Tucumán. En cambio, preferimos recomendar esta deliciosa salsa.Y ahora sí, a lo que viniste.
El último domingo, los dos pelandrunes responsables de este sitio nos juntamos a ver el partido de Galleres. O al menos esa era la idea, pero como venían nuestras mujeres, terminamos en el Wal Mart de Colón, mirándolo por la tele. Confieso que mi idea inicial era ir al mismísimo Gallinero y ver ahí mismo la masacre. No tuvimos tiempo de sacar entrada, y además Gastón reflexionó:
-“¿Para qué vas a ir a ver un partido que no termina?”
-“¿Cómo que no termina?”- pregunté.
-“No termina. Son gallinas, van a armar quilombo. No se van a bancar que les den la vuelta en la cara.”
Rumiando esto, llegamos al Wal Mart. Galleres ya ganaba uno a cero y antes de bajar del auto escuchamos a Corradini mandando fruta por radio: “Parece que Talleres es el puntero y los tucumanos son los que se van al descenso… Salió a comérselo! Salió a ganar! Salió por la madre!...” Y demás pelotudeces tribuneras que dicen los relatores de fútbol cordobés, que creen que todo lo de afuera de nuestra piojosa provincia no vale. Corradini, Arturo Miguel Heredia (cuando todavía no robaba con la política…), el Bocha Uriet, y otros tantos (sólo se salva el Negro Brizuela).
Pero volvamos a la cosa.
Ya en el McDonald´s del Wal Mart, estábamos haciendo la cola para pedir cuando vimos que llegaban unos cuatro tipitos con rigurosas camisetas azules y blancas. Tïpicos hinchas de Galleres: espalda de armario, sin cogote, a los gritos, rara cruza de villero y cheto. Algo así como el Mono Gatica en su mejor época. Me acordé entonces que un par de primos míos son amigos del hijo de un antiguo dirigente gallina cuyo apellido empieza con Ma…, y que era exactamente igual: un gordito pelotudo, nuevo rico. Más grasa que canapé de mondongo.
Estábamos por sentarnos a la mesa cuando los tucumanos empataron. Gastón y yo gritamos el gol a carcajadas mientras nos servían la tonelada de morfe que íbamos a comer.
Terminó el primer tiempo, pasó el entretiempo y mi mujer propuso ir a dar una vuelta mientras hacíamos las compras. Yo prefería quedarme a ver si los tucumanos ponían las cosas en su lugar, pero las chicas insistían. Gastón terció:
-“Quédense tranquilas que antes de los cinco minutos, les hacen el segundo y se terminó todo”.
-“¿Estás seguro, viejo? – pregunté.
-"Shhh… vos fijate."
Dicho y hecho.
Con la particularidad de que mientras repetían el gol, las cinco gallinas se sacaron la remerita y se fueron del local.
-“Eso es Galleres. Berrinche, falta de aguante y arrugue” – pensé.
Veinte minutos después, mientras compraba unas papas fritas y una salsa mexicana que quería regalarle a mi amigo, me suena el celular. Era mi viejo, cantando la marcha fúnebre y anunciándome que les habían metido cuatro, habían hecho un pequeño quilombo y se había suspendido el partido.
-“Eso es Galleres. Berrinche, falta de aguante y arrugue” – volví a pensar.
Para regodearnos en el dolor ajeno, con Gastón nos acercamos a las mesas en las que todavía quedaba un solitario hincha de Galleres, con cara de poco sueldo y que miraba el piso. El resto de los emplumados ya estaría en su casa, jugando al Family.
-"Soy de Talleres" –le comenté- "¿Perdimos?"
-"Sí, nos clavaron cuatro" – respondió mientras Gastón miraba hacia otro lado para no tentarse.
-"Así somos, mierda. Arrugamos, somos un club de mierda que no tenemos aguante. Por eso Belgrano y la Gloria nos viven rompiendo el culo" – fingí indignarme.
-"Es así, lamentablemente" – contestó.
Nos fuimos, comentando lo de siempre:
-“Eso es Galleres. Berrinche, falta de aguante y arrugue”
Eso, y que Gastón sabe más de fútbol que el Bocha Uriet.